Hace ya unos años, cuando se trasladaba Telesiete a las incipientes TDTs, estábamos en BSM (Barranco Sales Machine). Un día nos visitaron los responsables de marketing y publicidad de la cadena para invitarnos a concursar por la campaña de lanzamiento. Querían llegar al máximo posible de la población de la Comunitat y pretendían convencerles de que resintonizaran sus mandos a distancia para colocar a este “nuevo” canal entre los nueve primeros, ya que está demostrado que los canales que no están preestablecidos en los primeros dígitos tienen muchísimas menos posibilidades de ser vistos ni zapeados.

El objetivo, más que ambicioso, resultaba prácticamente imposible de alcanzar, por mucho dinero que invirtieran en la campaña de arranque, ya que la oferta de contenidos distaba mucho de ser más interesante y atractiva que la de los canales que ya habían copado los botones más valiosos. Por muy creativa que fuera nuestra campaña estábamos seguros de que no lograría, ni de lejos alcanzar el objetivo planteado. Pero lejos de rendirnos, empezamos a estudiar qué se podía hacer por el anunciante quien, por cierto, no había cerrado un presupuesto.

Una idea muy alejada de la publicidad pura y dura.

Finalmente surgió una idea que nos entusiasmó y nos hizo creer que sí podríamos llegar a solucionar el tema. Le propusimos al cliente que invirtiera todos los recursos para su lanzamiento en regalar un mando a distancia universal con los diferentes diarios un domingo. Un mando especial en el que el botón correspondiente al 7, ya estuviera prefijado para nuestra cadena. Movimos todos los resortes a nuestro alcance para presupuestar la acción que resultó ser viable. Por un coste de tres euros la unidad, podíamos llegar a estar entre 50.000 y 300.000 hogares del target. Así de golpe, en un solo domingo.

Pero aunque a nuestros interlocutores pareció encantarles la idea, finalmente los propietarios optaron por invertir en una campaña al uso.

Esta es la historia de dos fracasos.

El nuestro, porque perdimos la oportunidad de demostrar que la creatividad es mucho más abierta de lo que se espera de ella a priori. El segundo fracaso fue el de Telesiete que, como ya vaticinamos, no logró, ni de lejos, estar en una mínima parte de los mandos a los que aspiraba.